Ciudad de México (Rasacandela.com/Redacción).- Epstein era un multimillonario que solía rodearse de políticos, presidentes, empresarios, actores y miembros de la realeza, a quienes invitaba a sus fiestas y les guardaba secretos, ha disparado todo tipo de teorías de conspiración.

La historia del millonario reúne todos los elementos de un thriller político: poder, corrupción, sexo, secretos y una muerte misteriosa. En el fondo de todo, además, hay una red para abusar de niñas menores de edad, que funcionó entre 2002 y 2005, y que podría arrastrar a muchos de sus amigos poderosos a la cárcel.
Muchos veían a Epstein como un ejemplo de superación, pues ese hombre de clase media baja había logrado romper las barreras para llegar a lo más alto del mundo empresarial. Sin haber terminado sus estudios en física y matemáticas, su carrera en el mundo de los números empezó cuando les dictaba clase a los hijos de las familias acomodadas del Upper East Side de Manhattan.

Dio el salto cuando uno de los padres lo recomendó para trabajar con el banco de inversiones Bear Stearns, adonde llegó en 1976. Allí comenzó un camino lleno de éxitos que lo llevó a crear una amplia red de contactos y a fundar su propia firma, J. Epstein & Co., seis años después. Para ese momento, y a punta de carisma y de actividades financieras que muchos llegaron a calificar de opacas, ya se movía con facilidad en el mundo de las élites empresariales, políticas y culturales de Estados Unidos.
Se codeaba con personajes de la talla de Bill Clinton, el príncipe Andrés de Inglaterra, Woody Allen o Donald Trump, entonces solo un empresario neoyorquino.

Con el príncipe Andrés de Inglaterra.

Con Woody Allen y mujeres muy jóvenes.


Con Woody Allen acompañados de mujeres muy jovenes.
Pero todo eso se vino abajo en 2005, cuando los padres de una menor de 14 años lo denunciaron ante la policía de Palm Beach, Florida, por supuestamente haber abusado de ella.
Cuando las autoridades empezaron a investigar, encontraron algo impresionante: el multimillonario tenía montada una red, con algunos de sus empleados, para llevar menores de edad “particularmente vulnerables” a sus residencias en Manhattan y Palm Beach. Al parecer, las convencía de que las iba a convertir en modelos o de que les iba a pagar su universidad, y cuando estaban en su casa, simplemente les daba dinero a cambio de un masaje, que terminaba en manoseos, encuentros sexuales o con Epstein masturbándose mientras ellas lo tocaban.
En esa época también salieron a la luz las fiestas o las orgías que hacía en su casa o en su isla privada, ubicada en las Islas Vírgenes, y a las que el millonario invitaba a sus amigos. Allá llevaba a varias de las niñas, a quienes transportaba en su avión privado, al que la prensa bautizó ‘Lolita Express’.
Incluso muchos pusieron en contexto declaraciones de varios de sus amigos, que ya habían hablado de su afición por las mujeres jóvenes. Por ejemplo, Donald Trump le había dicho a la revista New York en 2002 que Epstein era “un tipo estupendo. Se dice que le gustan las mujeres hermosas, como a mí, y muchas de ellas están entre las más jóvenes”.

El caso llegó a los estrados y en 2006 un fiscal acusó formalmente al personaje por tener relaciones con una menor. En su defensa dijo que siempre creyó que se trataba de mujeres mayores de 18 años y que ellas consentían en cuanto al sexo.
El escándalo amenazaba con mandarlo a la cárcel de por vida, pero se enfrió cuando el entonces fiscal federal de Miami, Alexander Acosta, negoció con los abogados de Epstein para que se declarara culpable de haber prostituido a una menor y aceptara quedar incluido en el registro federal de delincuentes sexuales, a cambio de parar los otros cargos.
El acuerdo secreto, criticado por las familias de las menores, los medios y la sociedad por su falta de transparencia, terminó con el millonario en la cárcel en junio de 2008. Pero tenía condiciones bastante favorables: solo estuvo 13 meses en prisión y lo dejaban salir a su oficina durante 12 horas al día, seis días a la semana.
Cuando salió libre ya no tenía los mismos amigos que antes, pero intentó limpiar su imagen. Asistía a cenas de millonarios, donaba plata a la caridad y en las entrevistas decía que no era un depredador sexual, pues solo había cometido un delito: “Es la diferencia entre un asesino y una persona que robó una rosquilla”, le dijo a The New York Post en 2011.
Sin embargo, todo volvió a salir a la luz en noviembre de 2018, cuando Julie K. Brown, periodista del diario The Miami Herald, tuvo acceso al acuerdo que le había garantizado su libertad y a los documentos de la primera investigación. Publicó un reportaje en el que mostraba el entramado que habían descubierto las autoridades sobre el millonario, los secretos sobre su primer juicio y los testimonios de varias víctimas.
Eso metió en problemas a Alexander Acosta, quien como fiscal había avalado el acuerdo secreto, y ahora tuvo que renunciar a su cargo como secretario de Trabajo en la administración de Donald Trump, que ejercía desde 2017. Además, impulsó a otras mujeres a denunciar a Epstein de nuevo, esta vez en Nueva York.
Por eso, el 6 de julio, cuando regresaba a la ciudad luego de sus vacaciones en París, las autoridades arrestaron al millonario. Esta vez, decididos a actuar con todo el peso de la ley, agentes del FBI allanaron su casa de Manhattan y encontraron una caja fuerte con un CD que tenía fotos de muchas de sus víctimas, algunas de ellas desnudas.
El multimillonario intentó obtener libertad bajo fianza, pero se la negaron por considerarlo un peligro para la sociedad. A cambio, lo mandaron al Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, una de las cárceles más seguras del mundo.
Epstein apareció herido en el piso de su celda, con hematomas en su cuello, en un aparente fallido intento de suicidio. Las autoridades activaron el protocolo y lo pusieron en observación las 24 horas con exámenes psiquiátricos diarios. Pero el 1 de agosto regresó a su celda sin ningún tipo de vigilancia.
Diez días después, cuando apareció muerto con señales de haberse colgado, surgieron otros datos que hoy generan alarma. Por ejemplo, esa noche los guardias no siguieron el procedimiento de rutina, que indicaba pasar a vigilarlo cada 30 minutos, y Epstein estuvo solo en su celda, cuando las políticas de la cárcel indican que debía estar acompañado.
El propio fiscal general de Estados Unidos, William P. Barr, dijo que había muchas irregularidades, y un exconvicto que estuvo en las mismas celdas le manifestó a The New York Post que no había forma de colgarse allí adentro: “Es imposible, porque entre el piso y el techo hay como 8 o 9 pies (entre 2 y 3 metros)”.
Incluso existe una foto que desató la polémica , en la que presuntamente esta Trump y la que se cree es su esposa actual Ivanka Trump,se piensa que por medio de Epstein la conoció.

Con información de Digital Media Noticias.