Ciudad de México (Rasacandela.com/Redacción).- Gary Wayne Coleman nació en Illinois, el 8 de febrero de 1968. Con apenas unos días de vida, fue adoptado por Edmonia Sue, una enfermera, y Willie Coleman, un operador de ascensor, aunque Gary lo supo bastante tiempo después.

El pequeño nació con una enfermedad congénita del riñón que le causó nefritis y a los cinco años se sometió a un trasplante de riñón. La enfermedad detuvo su crecimiento en 1.42 metros y le moldeó la imagen cachetona que definió su carrera laboral.
Su camino a la fama fue meteórico. Con seis años, fue la cara del comercial de un banco y realizó participaciones en importantes series de la época. Su simpatía, su espontaneidad y su apariencia llamaron la atención de un cazatalentos, que lo recomendó para la serie Blanco y Negro. De un día para el otro, Gary se convirtió en Arnold. Su personaje se convertiría en un exitazo, la vida de Gary no tanto.

Con su simpatía, sus travesuras y su espontaneidad, Gary Coleman durante ocho temporadas atrapó audiencias de todo el mundo. Cautivaba en la pantalla, se reía con los técnicos parecía feliz y sin embargo, fue en ese tiempo cuando tuvo su primer intento de suicidio.
Su muletilla «¿De qué estás hablando, Willis?» se convirtió en su marca y con el tiempo, en su castigo.

Por el escaso cambio físico que experimentaba Coleman, su personaje quedó estancado en los ocho años. Para el actor, fue cada vez más difícil ponerse ese traje que no le quedaba a medida. Empezaba a sentirse adulto, pero no podía despegarse de la imagen aniñada, mofletuda y de voz aflautada que cada semana caracterizaban a Arnold.
A los 18 años, Coleman decidía jubilar al actor y retirarse del mundo del espectáculo casi para siempre. Su contacto con la ficción se limitó a realizar cameos, como los de Married… with Children y Los Simpsons, generalmente haciendo de Arnold, y repitiendo la muletilla que odiaba.

Pero la vida le tenía reservado otro golpazo: el actor encontró que en su cuenta bancaria solo había 200 mil dólares de los millones que había facturado. En 1989 demandó a sus padres y aunque ganó el juicio, solo recuperó 500 mil dólares de su fortuna. En 1999, se declaró en bancarrota. Consiguió un trabajo como guardia seguridad en Hollywood, pero la solución fue un problema, y motivo de burla de curiosos.

Llegó a tener que subastar sus objetos personales y alguien compró por cien dólares los zapatos de bowling que usó en la serie. Arnold seguía metiéndose en su vida, y no lo iba a soltar nunca. En 2003, Coleman volvió a ser noticia por su candidatura a la gobernación de California. Terminó octavo entre 23 aspirantes a un cargo que quedó en manos de otro Arnold famoso, el musculoso Schwarzenegger.

En el 2000 un chofer de colectivo, le pidió un autógrafo. En un ataque de furia, Coleman la mandó al hospital, y tuvo que pagar 1.665 dólares para cubrir los gastos. En 2007, fue demorado luego de protagonizar una pelea en la vía pública y al año siguiente, tras una discusión conyugal, atropelló a un joven que le tomó una fotografía. Sus ataques de ira comenzaron a ser famosos.

Cansado de vivir en Los Ángeles, en 2005 Coleman se instaló en la tranquila Santanquin, una pequeña ciudad en el estado de Utah. A comienzos de 2007, durante el rodaje de la película Church Ball, conoció a Shanon Price, una pelirroja que trabajaba de extra, y era 18 años más chica y 30 centímetros más alta. «Lo que importa no es la diferencia de altura, sino la inteligencia», contó el actor. Se casaron en febrero de 2008.

En mayo, ventilaron sus problemas conyugales en el programa The divorce court. Shannon acusó al actor de comportarse como un chico, encapricharse, arrojar cosas y golpearse la cabeza contra la pared. Coleman intentó justificarse: «El hombre es siempre el malo. Mi punto de vista no existe».
A pesar del divorcio y las peleas, Coleman y Price continuaron viviendo juntos en la casa de Utah, mientras el actor libraba una lucha sin cuartel contra su cuerpo. El 26 de mayo de 2010, estaban recostados mirando la televisión. Ella le pidió algo para comer. Él bajó hasta la cocina. Un golpe estremeció la calma hogareña. Shannon corrió y lo encontró caído en un piso lleno de sangre. Los paramédicos lograron reanimarlo y fue trasladado al hospital. Sin embargo, el golpeado cuerpo de Coleman no resistió la operación y le diagnosticaron muerte cerebral.

De acuerdo a su voluntad, el cuerpo de Gary Coleman fue cremado. Sus cenizas permanecen en poder de su ex esposa.
Con información de Digital Media Noticias.